IMPACTO DE LOS CULTIVOS TRANSGÉNICOS
Los alimentos transgénicos, también conocidos como OGMs, son organismos cuyo material genético ha sido alterado de forma artificial. La tecnología que se emplea para llevarlo a cabo se denomina biotecnología moderna, tecnología genética, o, tecnología de ADN recombinante, o, ingeniería genética.
CONVENIO SOBRE LA DIVERSIDAD BIOLOGICA (CDB) define la biotecnología como “toda aplicación tecnológica que utilice sistemas biológicos y organismos vivos o sus derivados para la creación o modificación de productos o procesos para usos específicos”.
A nivel mundial los cultivos estrella siguen siendo aquellos que tienen incorporada la resistencia a un herbicida, que ocupan el 73% de todos los transgénicos cultivados, seguidos de las variedades Bt (18%) y de las variedades con ambas características (8%).
EVOLUCION DE SUPERFICIE TRANSGENICA
1995 - 200.000 ha
1996 - 1,7 millones ha
1997 - 11 millones ha
1998 - 27,8 millones ha
1999 - 39,9 millones ha
2000 - 43 millones ha
2001 - 52,6 millones ha
2002 - 58,7 millones ha
2003 - 67,7 millones ha
Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (ISAAA), el área mundial de cultivos transgénicos se multiplicó por 40 desde 1996.
VENTAJAS
Las plantas transgénicas son mayoritariamente resistentes a los herbicidas, y se venden formando parte de un "paquete de tecnología" que incluye la semilla transgénica y el herbicida al que es resistente.
“El mínimo laboreo", las técnicas de cultivo que reducen la necesidad de arar o incluso lo eliminan completamente.
Mayor variedad de alimentos.
DESVENTAJAS
El hábito de su uso podría agravar la crisis ambiental.
Todas las semillas transgénicas están patentadas.
No solucionan el problema del hambre.
Contaminación y desaparición de variedades tradicionales.
Mayor nivel de residuos tóxicos en los alimentos.
Problemas sociales y económicos.
El debate internacional
El tema de los cultivos transgénicos se localiza dentro de una cuestión más amplia todavía, que es el tema de la seguridad alimentaria.
La seguridad alimentaria tiene que ver en primera instancia con el hecho de contar con cantidades suficientes de alimento, es decir que una persona o grupo de personas tengan acceso a una alimentación que les permita vivir y reproducirse.
Sin embargo, con la entrada en escena de los alimentos transgénicos, adquiere la mayor relevancia otra cuestión a considerar dentro de la seguridad alimentaria, y esta tiene que ver ya no sólo con la posibilidad de acceder a una cantidad suficiente de alimento, sino que ya se toma mayormente en cuenta la calidad de dichos alimentos.
La introducción o no de los cultivos transgénicos está inmersa en un debate que todavía no concluye; ambas partes dentro de este debate (los que están a favor de los cultivos transgénicos y los que no) tratan de convencer a su rival de que su postura es la adecuada (Millán, 2008). De esta forma, se tiene a un grupo de expertos que argumentan que su introducción contribuiría a mejorar la productividad de la agricultura y a disminuir el número de personas con hambre en el mundo, además de que reduciría la deforestación pues al paso que vamos “para alimentar a la población mundial futura continuando con la agricultura convencional sería eliminada al menos la mitad de la superficie forestal actual del planeta” (Millán, 2008).
Como contraparte, la resistencia a la introducción de los cultivos transgénicos arguye que la introducción de los mismos acarrea un gran problema de dependencia por parte de los productores hacia las semillas transgénicas, y por lo tanto dependencia de las transnacionales; también se acabaría con parte de la diversidad biológica de la tierra y el problema del hambre no se eliminaría.
Entre las implicaciones de la autorización de los cultivos transgénicos, en el terreno económico tenemos que las características de las semillas provenientes de organismos genéticamente modificados presentan una mayor resistencia, por lo que las pérdidas a la hora de efectuar la cosecha se reducirían, aumentando así la rentabilidad del cultivo, al mismo tiempo las labores agrícolas requerirían menos mano de obra, pues el control químico que se tiene de las semillas reduce el uso de máquinas y equipo para controlar malezas (García, 2008; en Comercio Exterior).
La producción y el comercio de alimentos transgénicos
La producción de alimentos transgénicos coloca a los productos agrícolas frente a un enorme desafío. Según el Servicio Internacional para la Adquisición de aplicaciones biotecnológicas
(ISAAA), la superficie mundial plantada con cosechas transgénicas aumento de 1.7 a casi 28 millones de hectáreas entre 1996 y 1998.
Para este aumento contribuyeron cuatro países industrializados y cuatro subdesarrollados (Sudáfrica, EU, Argentina, Australia, Canadá, España, Francia y México).
Solo en los Estados Unidos, la plantación de transgénicos aumentó de 8 a 20 millones de Hectáreas en el mismo periodo, representando cerca de 80% de la superficie cultivada mundial.
En Europa la situación es diferente. Las plantaciones con organismos transgénicos se desarrollan en pequeña escala. De los países miembros de la Unión Europea, España es un gran importador de transgénicos y el principal importador de maíz genéticamente modificado.
En 1998, dos países de América Latina han sido los principales productores de cultivos transgénicos, argentina con un 21 % y Brasil con cerca del 4% del área total de estos cultivos.
De los países de América Latina, Argentina es el que cuenta con mayor superficie de de tierras dedicadas al cultivo de transgénicos.
En 2005 contaba con 17 millones de hectáreas de un total de 28 millones de hectáreas.
Los países que más han progresado en las ventas externas de alimentos biotecnológicas son los Estados Unidos y Canadá.
Japón se destaca como el principal importador de alimentos transgénicos, en su mayor parte procede de los Estados Unidos. Actualmente importa 29 variedades de 7 diferentes cultivos: maíz, soya, colza, papa, algodón, tomate y remolacha.
El libre intercambio se ve amenazado por el aumento de regulaciones al interior de los países como el control de la producción, importación y venta de estos alimentos.
Actualmente un reducido número de empresas agroindustriales europeas y americanas controlan la mayor parte del comercio de alimentos transgénicos y de semillas modificadas que se venden en el mundo. Las principales empresas productoras de semillas son Dupont/Pioneer y Monsanto, seguidas por la empresa suiza novartis.
El 100% del mercado de las semillas transgénicas es controlado por cinco multinacionales, estas empresas además controlan el 60% del mercado de pesticidas.
Desde 1998 se ha intentado introducir la siembra y comercialización del maíz transgénico en México, pero no se ha obtenido su aprobación por parte del gobierno debido, entre otras cosas, a un factor cultural pues se teme que la introducción de maíz genéticamente modificado implique la desaparición del maíz criollo. En 2005 se aprobó la Ley de Bioseguridad, la cual rige el uso de transgénicos en México, no obstante aun se encuentra incompleta ya que no se ha realizado el reglamento para su operación. La aprobación de esta Ley respondió más a los reclamos de grupos ecologistas, que a un entendimiento de la problemática del campo mexicano y de las necesidades de la población. Prueba de esto es el vacío que existe al no contar con un reglamento de la ley que permitiría avanzar en la dirección correcta.
A pesar de ello, los granos de maíz transgénico han entrado al país por medio de las importaciones de semillas y de maíz genéticamente modificado, en particular de las importaciones provenientes de Estados Unidos, país que en 1996 fue pionero en la siembra de cultivos de maíz transgénico para su comercio. En este sentido se estima que cerca del 30% de las importaciones de maíz y semillas de Estados Unidos son transgénicas.
Se calcula que la industria biotecnológica de los Estados Unidos le reporta ganancias por 16 000 millones de dólares anuales.
Fuentes:
Bibliográfica: Millán Fuertes, Amado A. (2008), “Seguridad alimentaria, conocimiento gremial y percepción social. El debate sobre los alimentos transgénicos” en Sergio Sandoval Godoy y Juana Meléndez Torres (coordinadores), CULTURA Y SEGURIDAD ALIMENTARIA. Enfoques conceptuales, contexto global y experiencias locales, CIAD, Plaza y Valdés Editores, México, D.F.
Larach, María Angélica, “El comercio de los transgénicos: el estado del debate internacional”. Division de integración y comercio internacional, Santiago de Chile, marzo de 2001.
Hemerográfica: García Menéndez, José Ramón (2008), “Productos transgénicos: efectos en el ambiente, la economía y la salud”, Comercio Exterior, Vol. 58, Núm. 6, Junio.
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